domingo, 27 de julio de 2014

¿Has vivido como querías o como podías?

   

      Esa es la pregunta de la que me gustaría saber la respuesta. Te la hago a ti, Encarna, ahora que ya no me puedes responder.
     Has tenido que morirte para que los que pasábamos tantas veces por tu lado nos hayamos enterado de tu nombre.
      No sabemos las causas que te llevaron a tomar la calle como tu hogar; no sabemos el porqué de tu soledad elegida; no sabemos nada de nada, solamente que existías y que no molestabas a nadie....
     Estabas allí con tus paraguas, tus cartones, tus bolsas, la compañía de tu perro, fumando una marca cara de tabaco. No mendigabas, no hablabas con nadie. Siempre pulcra.
    A las ocho de La mañana ya tenias recogido "tu hogar"para dejar libre la entrada a las oficinas de la Seguridad Social de la calle Marqués de Paradas, en pleno centro de Sevilla, en cuya puerta estabas instalada. A las tres de la tarde volvías a instalar los enseres de " tu casa" a esperar al nuevo día......
    Sé, a ciencia cierta, que habías rechazado todo tipo de ayuda para salir de ahí, pero te negabas una y otra vez, hasta que tu salud, tu deterioro físico, y algunas buenas personas, te hicieron comprender que había que hacer algo, dejándote ingresar en un hospital. Después, durante poco tiempo, en una residencia para que te cuidaran. Desde allí, te has marchado definitivamente a disfrutar de tu libertad eterna.
   Personaje digno de estudio del que poco o nada sabíamos y dudo que se llegue a saber algún día.

   Descansa en Paz


jueves, 3 de julio de 2014

¿ Ir a "lunar"?



     ¿Os acordáis queridos amigos?

 Hoy  me ha venido a la mente las noches de verano de nuestra juventud. Esas noches calurosas de luna llena, cuando las reuniones enteras salíamos de casa buscando el frescor de los hermosos pinares que circundan nuestro amado pueblo. Íbamos a "lunar". ¿Lunar?, y....¿eso que es?Pues nos dirigíamos cargados de una o varias sandias a comerlas allí, en los pinares, alumbrados por la claridad suave de la luna llena, que, entre los pinos, nos hacía ver imágenes fantasmagóricas y atrayentes. Dulces sandías, dulces noches de amistad sana y sincera de nuestro grupo; sonoras risas alegres y despreocupadas de una juventud parecida a la de ahora, pero distinta en sus intereses y en la forma de actuar.

     Bonitos recuerdos de una hermosa tradición que no sé si ha perdurado o se ha perdido, definitivamente, con el paso de los años.