30 de Enero , día mundial de la Paz y la no violencia
En este mundo que vivimos, que
lo construimos día a día con nuestro esfuerzo, nuestro sacrificio, nuestro
trabajo, en el que tenemos puestas tantas ilusiones y esperanzas, si lo
analizamos detenidamente podemos observar que, a pesar de considerarnos
civilizados, personas del primer mundo por nuestro desarrollo cultural,
social, tecnológico, científico..., algo está fallando en su base, y ese fallo,
a la larga, nos puede traer graves consecuencias que, de hecho, ya las tenemos
encima sin apenas darnos cuenta.
Los
que nos dedicamos a la enseñanza comprobamos con demasiada frecuencia la
agresividad y la violencia que se manifiesta en los niños desde pequeños. A
cualquier situación, por simple que sea, reaccionan pegando, empujando,
demostrando con sus gestos y su mirada una ira que no intentan contener; al
contrario, sólo se sienten satisfechos cuando le han hecho daño al otro, que en
ese momento es su auténtico enemigo, y se sienten triunfadores.
Al
decirles que esa no es forma de actuar, que tenemos que amarnos, respetarnos,
ayudarnos..., ellos lo comprenden y, si les invitamos a pedir perdón, lo piden
sin dificultad, y siguen adelante como si nada hubiera pasado, tan amigos como
antes... hasta la próxima discusión.
Si
nos ponemos a investigar las causas, nos damos cuenta que una de ellas podía
ser la siguiente: Estos pequeños, desde que se levantan tan tempranito para ir
al colegio (o, por lo menos, la mayoría de ellos), mientras desayunan, ya se
ponen a ver la televisión. Lo que más les atrae son los dibujos animados; pero
resulta que, en casi todos estas series, siempre hay buenos y malos, ganadores
triunfantes y perdedores que aceptan mal el hecho de caer derrotados.
Cuando
llegan del colegio, otra vez la televisión y, si ponemos a la hora de comer los
servicios informativos, nos encontramos con que nos ofrecen de forma gratuita
todos los hechos violentos que suceden en el mundo cada día: Imágenes de
cadáveres destrozados, ciudades bombardeadas, aviones que caen a tierra con sus
terribles consecuencias, accidentes de todo tipo, asesinatos, desapariciones,
etc., etc., etc. Las películas, mientras más violentas, más atractivas y, así,
esas miradas infantiles acumulan al cabo del día cientos de actos violentos y
sus mentes asimilan más actitudes y comportamientos negativos que positivos,
con el grave inconveniente de que se van acostumbrando a ellos, hasta el punto
de llegar a pensar que son cosas “normales” en el existir de cada persona y
cada sociedad.
Como
padres podemos adoptar la actitud cómoda de decir: “¿y qué hacemos si la
televisión está así?”, o “es que mi hijo sólo se distrae con la tele”.
No
podemos dar por válidas estas respuestas, porque sencillamente el televisor se
puede apagar y tenemos la oportunidad de brindarles a nuestros hijos otras
alternativas, tales como cuentos, juegos, deportes,….Intentemos que los valores
positivos que debemos seguir no se vayan desvirtuando, dándole paso a otros
valores negativos que harán que la sociedad violenta en la que vivimos sea cada
vez peor.
Tenemos
que educar en la paz desde pequeños; debemos intentar entre todos construir un
mundo mejor, que estas mentes infantiles se vayan acostumbrando a ser personas
pacíficas, educadas, respetuosas, compasivas, íntegras en su totalidad, y
debemos llegar a ello, sobre todo, con el ejemplo que le demos los mayores en
la familia, en el colegio y en la sociedad en general.
Luchemos
por ello y no será necesario dedicar un día del año que sirva para llamar la
atención sobre esa paz deseada.
Que
todos los días del año los vivamos en paz recordando las palabras de Matin
Luther King, cuando decía: “Sueño el día en que los hombres se elevarán por
encima de sí mismos y comprenderán que están hechos para vivir en fraternidad,
que cada hombre respetará la dignidad y el valor de la persona humana”.