Recuerdos imborrables de aquel sábado en que dos personas se unieron llenos de ilusiones y esperanzas, de sueños y realidades, para el bien y para el mal. Ver que el tiempo va pasando con momentos buenos y regulares, calma y alguna tempestad para amenizar la calma. Enamoramiento al que se le va uniendo el cariño y que da cuatro maravillosos frutos que crecen sin que te des ni cuenta, aportando unas vivencias inigualables aunque, a veces, te produzcan algún quebradero de cabeza, un cariño sin límites y una ternura plena cuando ellos le van regalando vida a la vida ampliando la familia y llenándola de ilusiones.
Treinta y nueve años en la salud y en la enfermedad. Esperemos nos sean concedidos algunos más. Pero juntos.
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