En medio de la dureza de la vida, cuando los ánimos están por los suelos, no hay mejor solución que contemplar el infinito más próximo, y observar a esas dos estrellitas que brillan con gran resplandor. La mayor tiene un aspecto enigmático, observador, serio de entrada pero que se vuelve risueño y revoltoso a la primera de cambio. La más pequeña es de aspecto afable y sonrisa fácil, transmitiendo ternura y serenidad. No sé como se las han apañado, pero se han convertido en el centro de nuestras vidas: Soñamos con verlas, con recibir una de sus sonrisas, con ser testigos de sus travesuras, de sus risas y de sus llantos.
Sangre de nuestra sangre, vidas de nuestra vidas, alimento para dos seres que necesitan de vuestro cariño y vuestra compañía....
Gracias María, gracias Paula. Os deseamos todo lo mejor en el recorrido que os queda por hacer.
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