Corpus Christi en Hinojos.
Es el día de mi infancia que más añoro.
Recuerdo cuando los niños y niñas veíamos llegar con expectación las cargas de ramas de eucaliptos y los montones de romero, con esos aromas intensos e inconfundibles, para adornar las puertas de nuestras casas, de forma que no quedase ni un solo centímetro de pared ni de suelo visible entre tanto verdor. Ya el jueves, día del Corpus Christie, nos levantábamos al amanecer para "ayudar" a poner las ramas con sumo cuidado, esparcir el abundante Romero por el suelo y que todo quedase perfecto.
No puedo evitar recordar cuando los mayores nos reprendían al ponernos a jugar por encima de las ramas y cuando, una vez ya colocadas tapando las paredes, nos pasábamos de una casa a otra por detrás de ellas, con el riesgo de que todo el decorado se viniese abajo.
Qué gran disfrute ver a toda la gente del pueblo con sus mejores galas para asistir a la procesión del Santísimo en la bonita Custodia.
Ya una no puede disfrutar de esos placeres de la niñez, pero sí de pasear por esas preciosas calles como si fuera un auténtico bosque, y contemplar esos arcos de entrada a las casas adornados con plantas y flores autóctonas que son una maravilla.
Ahora nos conformamos con ir y volver a contemplar ese maravilloso espectáculo, porque la tradición sigue y espero que no llegue a perderse nunca.
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